De esta manera, el cuadro latinoamericano lo vemos entrando en una difícil coyuntura en la que convergen diferentes factores, tales como: debilidad de la izquierda, que muchas veces tiene que refugiarse en el centro y el liberalismo, lo que le lleva a perder su iniciativa transformadora; fortaleza de la derecha, usando ahora un lenguaje popular, interpelativo y avanzando en el electorado pobre, esto es, robando “la cartera” al mundo progresista; además, una crisis económica global que se profundiza y que puede desestabilizar a cualquiera de los nuevos gobiernos, que cuentan con una férrea oposición.
En fin, un cóctel que luce muy peligroso debido al surgimiento de acciones y discursos protofascistas, de extrema derecha, que pueden fortalecerse en medio de un desequilibrio severo y una consecuente incapacidad del ejercicio de gobierno.
Y no solo eso. Sectores de derecha radical están tomando las calles, mientras las izquierdas y los movimientos sociales progresistas se retiran de ella.
De los movimientos sociales de izquierda a los de derecha
Las derechas están tomando las calles, que eran espacio privilegiado de los movimientos sociales progresistas.
Lo hemos visto en Brasil, luego de conocerse el resultado electoral, con las movilizaciones que desconocen el resultado y piden la intervención de las Fuerzas Armadas, pero también en Colombia a escasas semanas de la asunción del presidente Gustavo Petro.
“A las derechas ya no les basta con tener el control de los medios y las instituciones, también han decidido movilizarse no solo para hacer oposición, sino también para quitarle el terreno de la calle a los movimientos sociales de izquierda”.
En Bolivia, la agitación de la derecha santa cruceñista se ha vuelto crónica y reaparece en cada coyuntura, amparada en la impunidad igualmente crónica. En Ecuador, las movilizaciones indígenas no son suficientes para cambiar la correlación de fuerzas políticas. En Argentina, el “negacionismo” se ha movilizado y en Perú el conservadurismo también ha ido a las calles a pedir el derrocamiento de Castillo.
Entonces, ya a las derechas de la región no les basta con tener el control de los medios de comunicación y las instituciones, también han decidido movilizarse con mayor ahínco no solo para hacer oposición, sino también para quitarle el terreno de la calle a los movimientos sociales de izquierda, que han sufrido un reflujo en la medida que han asumido la gestión estatal.
Populismo o trumpismo latinoamericano
El populismo de derecha no es un fenómeno propiamente latinoamericano.
Ya el filósofo Didier Eribon, en su libro Regreso a Reims, nos cuenta cómo en Francia un cinturón industrial decididamente comunista ha terminado envilecido por los discursos de la extrema derecha francesa.